miércoles, 20 de mayo de 2009

Plátanos fritos

- Dedicado a Eva.
Mazel Tov!


Desconfío hondamente de las voces suaves, susurrantes, que suenan como una mala interpretación de un personaje débil en el teatro de la vida. Esa tonalidad lánguida que se desliza por una mar de palabras para convencer, pero que sabe está seduciendo.

Manipulando, mejor dicho.

Corté la conversación con la amable y guapa colega poseedora de una voz así. De haber podido encontrar el método para que mis alarmas internas dejaran de dispararse automáticamente cada vez que ella decía algo, bien pude haber continuado con la plática, pero eso no sucedió. Buscando con qué alejarme y no parecer demasiado grosero - la cortesía siempre, aunque estés muriendo - ví en el extremo del jardín las viandas con suculentas ofertas. Es una cualidad de la distancia que todo parezca o glorioso o decadente, pero nunca lo que en realidad es.

Diecisiete pasos después comprobé que nuevamente mi visión de Birdman había fallado. Lo que lucía como una mezcla de masa anaranjada amorfa resultaron ser alegres langostas esperando a mi apetito. Lo que parecían divertidas ensaladas resultó ser comida tailandesa con exceso de cosas raras. Y así, recorrí con la lengua de fuera el menú internacional con el que eramos agasajados.

No soy un buen gastrónomo, pero si ya he comido bichos, un side dish parecido a la arena, cosas que me hicieron toser durante dos horas seguidas, y otras que sólo de recordar quisiera volver a nacer, no hay mucho ahí afuera que me haga dudar sobre si debo probar algo o no. Así que probé de todo un poco y al final terminé satisfecho, lo que era la idea en general.

La barriga llena invita a muchas cosas, pero en ese instante no podía retirarme a dormir, y mucho menos eructar abruptamente. No hablemos de abandonar la interesante conversación del colega más viejo y cabrón experimentado de la vida que coronaba nuestra ilustre mesa. Prendí un cigarro fingiendo poner atención al relato de su último viaje por la India. En realidad me dispuse a alejarme en un viaje de la mente abrazado por mi humo personal.

Y ello me llevó a recordar mi historia con los deliciosos plátanos fritos.

El amor a la distancia también luce glorioso o desastrozo, como ya les dije arriba. De éste en particular recuerdo las hazañas y conquistas. Uno de los éxitos fue cuando logré fijar en la memoria de esa ex-novia el nombre del platillo que más le había fascinado de México, los "platanitous free-tous". Me miraba con alegría, abría más esos verdes, sonreía y asentía coquetamente para decirme que claro, había que ordenar de esos. Siempre.

Nunca les había puesto atención, pero supongo que es parte del crecer entre platillos tan deliciosos. Algo así como ser dueño de un club nocturno: tantas mujeres voluptuosas a tu alrededor que te llegan a aburrir.

Comimos muchos de esos platanitos fritos en aquellos días. Si las regulaciones aeronauticas internacionales no impidieran cargar con diez kilos de ellos*, probablemente se equipaje habría incluido una bolsa extra, pero bueno, en aquel entonces ambos pensamos que regresaría a seguir comiendo más.

" ...como cuando me comentaste lo del aeropuerto en Sao Paulo, ¿recuerdas?"

Hay dos cosas que te dan toda la certeza que tienes una cara de estúpido atrapado en in-fraganti. La primera es que todos te miran y la segunda es que hay un silencio total. Hice ese recuento mental y me dí cuenta que ambas condiciones se cumplían perfectamente e-n e-s-e p-r-e-c-i-s-o p-u-t-o i-n-s-t-an-t-e. Y que yo era el protagonista. A todo dar.

Respondí balbuceando mecánicamente - porque el tiempo me había vuelto ducho en pláticas insustanciales alrededor de una mesa llena de gente con la que convivirás si acaso un par de veces en la vida -y me dispuse a enlazar lo que efectivamente estaba pensando con lo que sea que era que ellos querían escuchar de mi, de eso de Sao Paulo y lo que sea que el colega viejo estuviese diciendo.

Alguna vez me retaron a llegar saltando con conceptos de la palabra cerdo a filosofía. Es decir, conectarlas de manera lógica. Y en no más de cinco palabras. Fue sencillo: de cerdo piensas en salchicha, luego te acuerdas que las mejores están en Alemania, y que ahí mismo nació Nietzsche, y que él es a la filosofía lo que Maradona al fútbol.

Pero regresemos a la mesa. Admito que no encontré manera de enlazar plátanos fritos con Sao Paulo en cinco conceptos. Y me callé.

"Oh, shut up!" hubiese dicho ella de cualquier manera.

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*Manual V, Capítulo II, Párrafo 2, de la Ley Internacional de Vuelos Trasatlánticos regula la cantidad de plátanos fritos que un pasajero puede llevar en su equipaje.

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