jueves, 14 de mayo de 2009

El año que hice contacto

Muchas cosas pasaron en el año 1991, y pocas se marcaron en mi vida como mi asistencia al programa familiar de concursos más conocido de la televisión mexicana.

Pregunta a cualquier miembro de mi familia qué ocurrió en ese año y lo más probable es que no te mencionen que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas regañó a Israel por su trato a los palestinos por última vez hasta el momento de escribir estas líneas, ni que comenzó la original y estrepitosa Guerra del Golfo, ni que las ex-repúblicas rusas se independizaron de un día para otro, ni que dos chicos, uno llamado Tim y el otro Linus hicieron públicos cada uno un mensaje de correo electrónico que cambiaría literalmente la historia de la tecnología moderna. Tampoco es probable que se acuerden que ese año el Monte Pinatubo hizo erupción en Luzón, cerca de las Filipinas, ni que un ciclón tropical mató a más de cien mil personas en Bangladesh.

El día del evento más importante de ese año fue el Domingo 7 de Julio: mi asistencia y participación en "Chabelo", el programa emblema de más de tres generaciones que despiertan cada domingo temprano a ver gente participar por premios y dinero en efectivo.

Probablemente estuve unos cuatro a seis minutos en pantalla, pero son minutos que me han perseguido hasta la actualidad. El peso que yace sobre mis hombros se ve claramente reflejado en el momento que tengo que darle nombre a este escrito. Pensé en diferentes ideas como:

"La verdad detrás del mito en mi aparición televisada a todo un país"

"Cómo crecer con el trauma de perder un estúpido concurso en televisión"

"Frustración de un niño que perdió un Sega"

"La niña del pelo largo que todavía odio"

"La verdadera voz de Javier López"

"Las edecanes que me hicieron sudar a los diez años"

"Fama y las mujeres que trae"

"El niño raro de la familia"

Ya que tres de mis cinco lectores son extranjeros y no tienen la más remota idea de quién es Chabelo, trataré de explicarlo. Javier López "Chabelo" es un conductor de televisión que se ha hecho pasar por niño de unos doce años toda la vida. Tiene un programa familiar de concursos los domingos en el canal más conocido del país y varias generaciones podrían distinguir la voz y aspecto de este tipo a kilometros de distancia sin chistar. Es algo así como el Xuxa mexicano, claro, sin el cuerpo espectacular y los millones que esta mujer ahora tiene desde que desposó a Pelé.

Larga historia corta estilo telegrama.

A los diez años fui a Chabelo. Concursé. Participé en equipo. Mi equipo perdió. Y perdió por culpa de una niña de pelo largo que tuvo problemas en seguir las instrucciones más simples del mundo. Espero hoy en día este trabajando en una granja Carroll. Gané una patineta cuando pude haber ganado la mejor consola de videojuegos de la época. Chabelo se presentó a todos nosotros los concursantes usando su verdadera voz cavernosa que aún me persigue en ciertas pesadillas. Las edecanes bien podrían haber trabajado en clubs nocturnos. Creo que a esa edad perdí la inocencia de manera visual.

Hace años que no veo el programa. Pero si a mi me dejó todo esto, espero todavía viva unos años más para que mis hijos entiendan mi historia.

O si no, ¿cómo demonios entenderán cuando les quiera catafixiar algo?

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