martes, 24 de febrero de 2009

Garry y yo

Saludo al grandioso señor Garry Kasparov con determinación y firmeza. No todos los días le puedo dar un apretón de manos al más grande ajedrecista de todos los tiempos. Me invita a que nos sentemos y me pregunta qué tal estuvo mi vuelo. Decido pasar por la fase de plática intrascendente de la manera más rápida y diplomática posible. Quiero hablar con él de algo más que las piernas de la azafata ucraniana y mis cinco excelentes botellas de tequila confiscadas en la puta aduana.

Le pregunto si bebe y me dice que ocasionalmente y que le vendría bien un vodka. Ruso al fin y al cabo. Yo detesto el vodka pero no en estas circunstancias. Nos sirve dos buenas raciones a cada quien y yo lucho ocultando mi gesto de rechazo involuntario a la bebida cada vez que doy un trago. El amablemente me ignora.

Le pido su opinión sobre Alekhine. Me contesta algo que no recuerdo, pero que deja bien parado al tipo. Me dice que es una primera pregunta muy rara. Le explico que el primer libro de estrategia ajedrecistica que alguna vez leí era sobre las partidas de Alekhine, y que llegué a memorizar por ahí algunos de sus famosos juegos contra Capablanca. Sonríe y dice que él leyó el mismo libro. No recordamos al autor, pero es un ruso también.

¿Qué si jugaría contra Alekhine? Pero claro. Sería estúpendo. El lo considera uno de los grandes exponentes del posicionamiento de ataque. Bien. Ya tenemos una partida interesante entre dos rusos, ahora nada más me falta lograr resucitar a uno de ellos y ponerlo a practicar mucho, porque desde que murió ese Alekhine no ha jugado ninguna partida que yo tenga conocimiento.

Le pregunto ahora con qué cosas sueña un jugador profesional la noche previa a un torneo muy importante, o la noche previa a la partida definitoria del campeonato mundial. Se pone serio, luego ríe. Dice que no hay nada en específico sobre lo que continuamente él haya soñado durante su experiencia como jugador profesional de ajedrez. Dice, eso sí, que el nerviosismo siempre estuvo latente y que su estomago lo resentía menos conforme pasaban los años, pero que nunca dejó de tener esa sensación rara en las entrañas.

La política llega natural a cualquiera que es inteligente y se preocupa por la gente. Pero hacer carrera en ella es una apuesta que generalmente da ingratas consecuencias. No hay problema, dice él, uno debe hacer lo que sabe que es mejor para su gente. Desde una u otra trinchera. Esto nos lleva a su último libro, "How life imitates chess" y le comento que por ahí se han leído reviews indicando que suena un poco a manifiesto. Dice que nada más lejos de ello. El intenta sumerjir a sus lectores en la visión poco compartida de todo lo que rodea a la preparación técnica y social de un gran jugador de ajedrez. Y como esa tenacidad y entrenamiento da resultados igual o más espectaculares aplicados una vez en la vida real.

Otra ración de vodka. Lo bueno que sólo bebe ocasionalmente. Me acuerdo de mi amigo polaco que pedía una botella de vodka para él sólo cada vez que salíamos de borrachera. Y cuando yo ya daba tumbos, él andaba como si apenas hubiese tomado medio litro de agua. Me preocupa que me ocurra lo mismo así que me vuelvo más respetuoso a cada trago. No voy a arrastrar la lengua frente a Garry Kasparov.

Una asistente étnica, morena, guapa y con clase, se acerca e intercambia un par de frases con - ahora - mi amigo Garry y él asienté al final con la cabeza. Con la mano me indica que continúe, pero con la mirada me dice que no tendremos ya mucho tiempo.

El comercial. Ese viejo comercial donde está en un amplio salón jugando partidas simultáneas con más de veinte retadores y en el cual finalmente - de todos - un niño afroamericano y pasado de peso lo pone a pensar, haciendo que arrastre una silla para sentarse a analizar la partida. De todos los comerciales que ha hecho, le digo, ese es mi favorito. Le pregunto qué tanto colaboro en la idea del mismo. Sonríe y mira un poco hacia arriba como activando su banco de memoria - que ha de ser inmenso - y me explica que el concepto estaba todo desarrollado, pero que él fue el que sugirió hacer más ruido con la silla al arrastrarla hasta su posición. Me dice que también es uno de sus comerciales favoritos y que viajó expresamente más de 15 horas para grabarlo.

Claro, eran los tiempos de la burbuja punto com. El comercial fue realizado para Altavista, una compañía que hoy en día ya no figura en el mapa de Internet, más que para algunos perdidos en la tecnología.

Finalmente le pido que se haga él mismo una pregunta que nadie jamás le haya hecho en una entrevista, y la cual él piense que ha hecho falta. Me evalúa y dice que lo mejor que puede preguntar es por qué no acepté jugar una partida de ajedrez con él.

Por la misma razón que ésta reunión nunca sucedió, sentencio.

Habría sido algo muy irreal.

Ahora que lo pienso, no por ser irreal no sucedió. Es únicamente que así luce a la distancia.

viernes, 20 de febrero de 2009

Historia de dos viajes

A Pichichi y Zombie. No pregunten.

Primer viaje.


De nosotros los tres amigos, J. siempre fue el más expresivo. Reía - ríe, la última vez que lo ví fue hace como un año - con ahínco y sinceridad. En esa ocasión se acercó con decisión y nos abrazó a ambos al mismo tiempo como un padre lo haría con dos hijos de los cuales se siente orgulloso: extendiendo ambos brazos en posición de cristo y semicerrando su puño en nuestros hombros, colocándose en medio de ambos y siguiendo caminando a nuestro paso.

- Los quiero invitar a una plática el martes por la noche. A ti - mirándome con seriedad- te va a gustar por el lado científico, y a ti - le dijo a A. mirándolo también - por el lado religioso.

Ciertamente intriga que te digan algo así como a las diez de la mañana de un día normal de escuela. E intriga más si pasa cuando tienes diecisiete años, te sientes muy chingón, crees que comprendes el mundo, y todo el tiempo emites una opinión de practicamente todo y con argumentos porque no hay nadie cerca que te pueda decir lo equivocado que estás. Aceptamos la invitación con la misma naturalidad que hubiesemos aceptado la idea de saltarnos la siguiente clase e irnos a perder el tiempo en cualquier otro lado. Lo hermoso de ser joven estudiante es que realmente no importa que tan crítica sea una decisión: todas parecen lo mismo, las piensas un poco y listo. Y a veces ni eso.

Llegó el día y la hora como llegan los problemas, sin pedirlos ni recordarlos. Llamé a A. para preguntarle si iba a ir a la plática y - creo que - me dijo que así era, que allá nos veíamos. Tomé mi bicicleta - eran mis tiempos de chamaco flaco, semideportista e intrépido en dos ruedas - y llegué al punto. La gente reunida en el "auditorio" me vió raro como por tres segundos y llegaron silenciosamente a un acuerdo en el que entendieron que ellos eran los raros por lo que a continuación se iban a poner a discutir, y que era mejor dejar tranquilos a los pocos - o muchos - potenciales iniciados que se presentaran esa noche.

Me indicaron dónde sentarme, me indicaron cuánto duraría la plática y asumo me indicaron otras cosas, pero nadie me indicó de qué demonios se trataba todo.

Llegó el sabio revelador de verdades al frente del "auditorio" y comenzó a hablar.

Lo siguiente es tomado de Wikipedia, pero fue más o menos lo que dijo (y no, no había Wikipedia ni nada así entonces).

"La proyección astral (o viaje astral) es una interpretación (...) de ciertas experiencias adquiridas ya sea en forma consciente o mediante la meditación profunda, el sueño lúcido (...) estas experiencias serían una percepción extrasensorial y un signo de la separación o "desdoblamiento" de lo que llaman el "cuerpo astral" (o sutil) que se separa del cuerpo físico. La consciencia o alma habría sido transferida dentro de un cuerpo astral (o "doble"), que se movería al unísono con el cuerpo físico en un mundo paralelo conocido como plano astral

(...)esta creencia ha existido en muchas culturas desde tiempos remotos."

No era tan escéptico en ese entonces como ahora. Y ni siquiera en estos días lo soy mucho realmente. Así que básicamente me gustó la chorada que el tipo aventó durante los casi 120 minutos de plática. Habló de las maravillas de estos viajes astrales, la sabiduria milenaria de las antiguas civilizaciones, cómo hemos corrompido nuestra misión en el mundo, reencarnación, extraterrestres, milagros, etcétera. Creo que no quedó un sólo tema controvertida fuera de la lectura. Y si así fue, es probable que los espiritus ocultos hayan tenido algo que ver con ello. No hablas durante dos horas de lo oculto sin que esto te cobre un precio.

El ministro-mentor-sabio-conferencista nos hizo realizar unos ejercicios ahí mismo, aunque no recuerdo honestamente para qué. Teníamos que cerrar los ojos y respirar de cierta forma, o tocar recordar algo con fuerza, cosas de ese estilo.

Los gnosticos me convencieron finalmente acerca de que hay muchas interpretaciones para una simple experiencia como el sueño, pero no me convencieron tanto como para volverme amante de su lógica y seguidor de sus reuniones. Y si no puedes convencer a alguien a sus diecisiete años, entonces es que hay algo erróneo en tu discurso.

Parece que hicimos feliz a J. por asistir, pero nunca más salió el tema a la plática y cada quien siguió su camino.

Segundo viaje.

A. me invitó años más tarde a una peregrinación a un famoso punto de reunión de la gran familia católica mexicana. Fui, no muy convencido la verdad ya que dejaba a mi nueva noviecita atrás por un par de días, y eso a los veinte años duele.

Me la pasé bien después de todo. Conocí gente agradable, recé como nunca lo he hecho en mi vida. A. amablemente me prestó un librito con lo que tenía que decir para no lucir como tarado cuando todos comenzaban a murmurar cosas a un ritmo estilo canto gregoriano. Recorrí lugares interesantes del centro del país y me convencí que el alpinismo más allá de los veinte metros no era lo mío. Caminé dieciseis kilometros en espiral para llegar a un Corcovado mexicano en donde pasamos menos de una hora. Recibí la bendición papal por intermediación de un obispo que llegó en helicóptero y luego recorrí la zona sonriendo y hablando con las lindas chicas conservadoras con las que me topé.

Fue un buen viaje porque se dio bajo las condiciones adecuadas.

Y entonces pienso en que habiendo experimentado ambos extremos de la fé - el lado "científico" de los gnosticos y el "religioso" de la juventud fanatica - que me quedé al final sin pertenecer a un grupo de creencias, o que son tantas que las quiero abrazar todas. Es muy probable que esto sea así porque explicaría la tortura de muchos pensamientos e ideas que no siempre me otorgan la tan llamada peace of mind. Vaya, no me dejan sin dormir, pero a veces podrían.

Igual vale la pena.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Radiografía sudamericana

Dedicado mis amigos de aquel lado del continente. Pronto.

Por siglos, los destinos de los países del sur del continente han compartido de todo: guerras, caudillos, crisis, proyectos, tratados, amores y desilusiones. Hoy en día, sin embargo, lo que está en boga es virar lejos del espectro político conservador por varias razones. Quiero pensar que la principal es el sentido común: ya fueron muchas décadas de experimentación de economías y políticas que si bien aportaron lo suyo, ya dieron todo de sí.

Cuando en 2006 apoyé la candidatura del candidato izquierdista en México, lo hice porque llegué a la conclusión de que para ver un cambio radical, se necesitaba un candidato radical. Digo "apoyé" porque defendí mi punto de vista innumerables veces ante mis amistades conservadoras o que simplemente tenían una genuina falta de interés en el tema. Los sudamericanos han entendido más pronto la lección, se dieron cuenta que votar por la misma mafia lleva a los mismos resultados. Okay, hay que poner nuevas mafias, o cabrones, pero al menos su tiempo para hacer daño al país será menor que a los que se les da continuidad periodo tras periodo.

Y así tenemos a un impresionante Fernando Lugo en Paraguay, un luchon Evo Morales en Bolivia, una intrépida Cristina Fernandez en Argentina, un vendido Alan García en Perú, un tenaz Rafael Correa en Ecuador, un olvidadizo Daniel Ortega en Nicaragua, una preparada Michelle Bachelet de Chile, un firme Lula da Silva en Brasil y al tremendo Hugo Chavez en Venezuela.

Los invito a conocerlos.

Fernandito.
La inolvidable me comentaba que Paraguay y Uruguay sonaban como países distante, exóticos y parecidos que en la plática común y corriente se usaban esos nombres para indicar que alguien se había perdido o viajado al fin del mundo. Fuera de la casi coincidencia ortográfica, estos dos países no podrían tener dirigentes más opuestos. Los Paraguayos eligieron a un gobernante con formación y creencias católicas enraizadas como el que más. Profesor de la fé y revolucionaro luchador de las causas nobles, saltó a la arena política casi sin querer, renunció al oficio de toda su vida y casi en el cenit de su misma, fue electo presidente por un país que quiere saltar a un nivel de vida decente y comparable al de alguno de sus vecinos. Si todavía estuviera de moda hablar de la teología de la revolución, Fernando Lugo sería el ejemplo perfecto para lo que fue, y quiere hacer. Con gran capital político, dejó tan enojados a los miembros de la administración anterior que hasta los muebles se llevaron del palacio presidencial que comenzó a ocupar hace poco. Ay, el despecho.

Evito.
Pocos dirigentes en el mundo son fieles a sus creencias. El 99% venden sus almas al diablo, al FMI, a la oposición, al ejercito, a las trasnacionales y demás con tal de llegar al "poder". Evo llegó al estilo César: vino, vió, venció. Si algo me encanta del tipo es que así esté en el Kremlin, la Casa Blanca, el Vaticano o donde sea, él va a vestir como su gente, con ese tradicional suéter o camisa recordando sus orígenes y enviando el mensaje: estoy arriba, en el "poder", pero aún soy uno de ustedes. Evo es el luchador social por excelencia que se hizo con las riendas del destino de un país que aún puede tener salvación.

Cristinita.
Tenía mis dudas sobre esta mujer. Tal vez era debido a que durante el tiempo en que ella postuló su candidatura, la insulza de Marta intentaba lo mismo en México. Eso genera traumas a cualquiera. Pero así como a mi, Crisha ha callado a muchos escépticos. Las dudas no venían por cuestión de género, sino por la condición de ventaja para su elección. Ser esposa del presidente en funciones y luego cambiar papeles (ella Presidenta y él ...¿"Primer Damo"?) no debe ser un estigma fácil de borrar. Pero la mujer se expresa muy bien, sabe lo que dice y se ha plantado firme frente a los más cabrones de los más cabrones. La mujer sabe que representa a un grupo "étnico" único, tal como solo los argentinos pueden serlo.

Alancito.
Este tipo se olvidó de prácticamente todo lo que prometió. Comenzó a atacar a sus pares mandatarios de alrededor y se le subieron los designios del poder de mala manera. Alancito fue un firme opositor por muchos, muchos años que incluso ya había sido presidente. Y cuando llegó al poder, se comprobó que alcanzó su nivel de incompetencia: ser buen candidato u opción no te hace la persona ideal para el puesto.

Rafelito.
Yo y los ecuatorianos tenemos nuestra historia. Buenos amigos y amigas, competencia continua, etc. Pero en general puedo decir que - en mi opinión - es el pueblo con más similitudes a México. No sé por qué, exactamente, pero así siempre lo he sentido. No parecemos brasileños, ni argentinos ni peruanos, parecemos más ecuatorianos que otra cosa. Lástima que Felipín no se parezca en nada a Rafaelito, quien tuvo una intervención memorable, de estadista de talla mundial, durante su participación en la mesa de discusiones con respecto al conflicto Colombia-Ecuador por el ataque a una base rebelde de las FARC en su territorio. No puedo imaginar a mi presidente hablando duro a un colega. Mucho menos me lo puedo imaginar defendiendo su territorio.

Danielito.
Este salió más canijo que bonito. Danielito Ortega fue durante mucho mucho tiempo figura espectacular de la oposición de un pequeño, pero conflictivo, país que ha sido la delicia para operaciones encubiertas de la CIA en América Central. Luego lo eligieron presidente y para sorpresa de medio mundo, comenzó a callar a sus opositores de la prensa y político tal cual represor derechista de los setentas.

Michelita.
Es mujer, está super preparada, su padre fue arrestado por no apoyar a una dictadura, no se ha metido en escandalos, es serena y siempre muestra ecuanimidad. Por eso la eligieron Presidenta. Bueno, eso y el hecho de ser chilena. Michelle ha hecho pactos con sus socios comerciales de América del Sur sin distanciarse mucho del primer mundo al que Chile pertenece literalmente. De todos los dirigente destrozados en este post, ella es la que mejor balanca ha hecho en su pertenencia a ambos mundos: sus amigos los pobres y sus amigos los ricos la aprecian por igual.

Lula.
Grillo como el que más. No por nada viene del mundo del sindicalismo. Hace unos días, dicen que Felipín lo llamó y le dijo "vamos a pedir un préstamo conjunto al FMI" y el brasileño le respondió "Compañero Calderón, pídeme cualquier otra cosa, pero Brasil no necesita del FMI". Vaya. Tener un Presidente así...Lula, por otro lado, tiene sus cosas negativas, algo de nepotismo por ahí, pero finalmente, el que esté libre de pecado, ya saben el resto. Se le aplaude más el hecho que sigue apoyando las causas del Mercosur, que se sienta a dialogar y negociar con sus vecinos antes que irse a arrodillar (y ve a saber qué más) a los grandes capitales del mundo. Lula es un visionario, y sabe que su país jugará un papel muy importante en el futuro, pero que para ello, debe primero ser una potencia real regional, o de lo contrario nunca podrá serlo en verdad mundial.

Huguito.
En cierto país que no vamos a mencionar había un líder cabrón cabrón llamado Mussarraf. Este era dictador, tirano, y lo más malo de lo más malo. Condenado por los medios, por la ONU, por sus vecinos, etc., este hombre sobrevive en su puesto hasta el día de hoy porque siempre dio todas las facilidades a los Estados Unidos para realizar operaciones de control en su zona de influencia. Autorizó bases, permitió el paso de convoys, disciplinó a los contrarios, amenazó a quienes se le indicaron, etc. Vaya, un peoncito de lo mejor. Jamás una palabra de críica de los EE.UU. Hace un par de días, Huguito hizo que la gente votará por el SÍ para reelecciones indefinidas. Las críticas no se hicieron esperar. Autoritario, lo es, pero para eso te dan el poder. El problema es que Venezuela no se ha prestado al juego de poder de los EE.UU y de ahí viene su pecado original: si no estás con nosotros, estás contra nosotros. Conspiraciones, marchas y críticas le han hecho poco a quien ha aprendido mucho de los hermanos Castro. Huguito seguirá porque se está haciendo de amigos poderosos, y sobre todo, porque tiene al dios petróleo de su lado.

Las fotografías descriptivas de arriba muestran una cosa: derechistas, izquierdistas, centralistas, valemadristas, todos tienen algo en común: ninguno es perfecto y las buenas ideas se desmoronan en el ánimo de sus seguidores tan pronto el líder muestra su pobreza de espiritu y compromiso con quienes lo apoyaron.

Finalmente tal vez uno de mis autores favoritos es el único que tiene razón: las cualidades para ser Presidente de un país son aquellas que hacen de una persona un ser integro, preparado e inteligente que no se va a prestar a campañas de promesas, intrigas palaciegas o estrategias de ataque vil. Y dado que lo anterior es moneda corriente en la politica del mundo, ninguno que gane la presidencia se lo tiene merecido. Un axioma, pues.

Veremos.

domingo, 15 de febrero de 2009

Operación Valquiria

Dedicado a mis amigas VAZ y a las anti-VAZ.

Ser un chico plaza. Caminar como si el mundo afuera de los confines del centro comercial no existiera o no influyera es todo un arte. Arrastras practicamente los pies, pierdes tu mirada en cada objeto importado que se te cruza enfrente y hablas con acento fingido de hastío y costumbre. Hablas pendejadas con una seriedad que vende.

Compras algo en cualquier puesto de comida exótica. Te das cuenta que los nombres de las bebidas y comidas en los menús son en ocasiones tan raros que resulta más fácil entrenar a tu loro a que repita "ácido desoxirribonucleico" diez veces seguidas y después silbe cualquier sonata de Bach sin errores. Lograda la meta de tener algo en tus manos, sigues caminando sin rumbo fijo cuando recuerdas que estás en ese maldito lugar lleno de gente, gritos y filas por todos lados porque la idea era ver una película.

Está comprobado científicamente - o debería estarlo - que nueve de cada diez películas proyectadas en el cine están diseñadas para coeficientes intelectuales del nivel de Bush. La película que no entra en esa categoría no es porque sea de mayor calidad, es que a lo mejor no logró colarse en el estudio por falta de tiempo, o porque simplemente lucia tan mal que los investigadores prefirieron escribir un artículo de cualquier otra cosa.

Ver "Operación Valquiria" era la misión.

Comprar los boletos, el método.

Sobrevivir a la espera, cuestión de honor.

Dirigimos los pasos a un ritmo de campo minado: errantes, lentos, "retrocesibles"y "avancibles" sin ton ni son. Descubrí un nuevo tipo de velocidad que debería ser más estudiado: la Velocidad de Aparador de Zapatos (VAZ).

Esta nueva derivada - la velocidad no es más que una pinche derivada quiquirí podrían decir algunos de mis queridos amigos genios - está concienzudamente tomada en cuenta en el diseño de cualquier centro comercial de categoría. No hay mujer - no la hay - que no se vea afectada por la VAZ, y ello hace que el hombre por lo tanto se vuelva dependiente de ese nuevo modo de andar, de esa distancia sobre tiempo en versión consumista.

La VAZ es increible. Puedes ir hablando de las complejidades de tu relación con tu pareja, exponiendo tus planes profesionales, invitando a tu amiga/novia/amante/familiar/indefinido al gran negocio de su vida, o contando el chisme del año, y nada, absolutamente nada, impedirá que las zapatillas, sandalias y demás la activen de manera automática e inmediatamente.

Deberían incluir señalizaciones. Después de todo, si vas caminando sólo y a VCQLT (Velocidad de Cabrón que Llega Tarde) puedes morir al estampar tu humanidad con una chica o pareja VAZ. Un riesgo más no contemplado en los planes de prevención vial y protección civil. Caray.

Afortunadamente, existe un pequeño - ligero - componente de interés en la relación social con otros seres humanos que permite diluir un poco el tremendo efecto VAZ en un plan definido. Cuando la chica en cuestión nota que su acompañante está literalmente a punto de activar una granada e introducirla en su bolso Prada para volverla la primera mujer suicida no-iraquí de los últimos tiempos, ésta logra salvar su vida y apresura el paso, no para reponer el tiempo ya que eso es imposible, pero sí para lucir como alguien que sinceramente tiene mayores aspiraciones en la vida que babear en cada aparador de zapatos por los mismos modelos reciclados de año con año.

Es hermoso hacer fila por largo tiempo. Generas una sintonía de armonía con tus vecinos que te hace apreciar lo hermoso de la invención de los reproductores caseros y televisiones de alta definición con sonido envolvente. También te pone a pensar en lo triste que es tener las orejas en modo "on" todo el tiempo. Pero lo más encumbrante de la situación es cuando

- Bienvenido a (pon tu cine favorito)

- Hola. Quiero (equis) boletos para ver "Operación Valquiria" a las (la hora que te dé un colchón de tiempo para ligar más, hablar más, callar más, pendejear más, etc.)

- Lo siento señor (me encanta ser "señor" cuando tenemos casi la misma edad), ya no tengo boletos para esa función.

Sonries. Recuerda. La cajera no tiene la culpa. Le sonríes más a tu chica VAZ y dices (en tono desangelado como perro callejero)

- ¿Ya no tienes ni uno?

- Lo siento. Tengo boletos para la función de (y aquí sumas dos o tres horas después o cinco días hábiles o lo que te joda más la agenda)

- Okay. Muchas gracias. Bye.

- ¡Hasta luego!

Tomas a la VAZ de la mano. Sigues caminando. Le sonries y la escuchas decirte algo como

- Hubieras comprado los boletos para la siguiente, ¿pues no qué en serio querías ver la de "Operación Valquiria"?

Y tú, elegante y caballeroso como el que más, alcanzas a emitir un

- Ah, no importa. Mejor vamos a que sigas viendo zapatos.

Y sonries. Recuerda. Sonries.

jueves, 12 de febrero de 2009

A Froot Loops Odyssey

Here's a confession: I love Froot Loops (FL). Been in love with them even before I could babble my first words. Try breaking a bond like that. Our relationship was fruitful for years, they made me happy and never let me down. No wonder why nature wisely decided to grow them. Kids need colors and fun in this sadness-loving world.

One day I turned around and noticed everyone was treating me differently. Both "Mr." and "Yes, sir" became normal when addressing me. It took me a while to realize the awkward truth: I was officially a grown-up. Shit.

Now, what are grown-ups supposed to have for breakfast? Boring eggs, depressing corn cereal, discouraging coffee, unhappy doughnuts, klling-me-softly leftovers. Whatever remarks your social status and life condition, but not Froot Loops for christ's sake! That, that's for kiddos.

And so, some long years passed by and my colorful memories faded away with them. Living la vida loca became just - from time to time - the weekend motto. And my breakfasts reigned over all my meals as a way to imply - with the utmost importance - how mature I was.

But they say old love affairs never really die.

And there it was, that sexy, red box with the smiling, stupid, psychedelic toucan. He was staring at me. I could feel it. I headed his way. Stop. Corn Pops. I also like Corn Pops. Gotta call her. She's got to have a brilliant idea.

"Corn Pops or Froot Loops?"

"I like the first ones better"

Pfff...beginner. Bye.

So here we are, me and my Froot Loops in my shopping cart. Not a small, discrete box, but the one that makes these little children standing in line in front of me beg mommy for some. Losers.

We make calls at will without giving them a second thought all the time. Why would I bother getting some other cereal box when I know what I want for the very first time in months? Got home, poured the milk and grabbed a cheap spoon. Then it became clear: I like Froot Loops because they taste they way life tasted long time ago. But now I know life is different, and the same applies to my FL: they're there, but they're not the same.

Four colors. Four basic building blocks of life. You change the way the are to be combined and you have a new being. Wait. Mail. Snail mail.

You're gonna love this. It's an announcement of my nomination for the 27th Edition of "Who's Who in the World"!!! Isn't it great? I haven't been to war, discovered anything really hot, published anything worth sending to outer space, but here I am, an FL-praiser nominated for a new edition of a book that only nominees consult...and buy.

The FL box has some extras worth my three bucks: a sweet story on how eating this kind of crap will make me a super human being. Basically that's what happens to almost every gymnastics superstar who faithfully swallows the zillions of vitamins and proteins contained in each FL box. It also has a hot line ready to patiently explain all those statistics and graphs that claim to be as scientifically-proven as the existence of Nessie. See? This thing is not only my true love, but also my best friend. For three bucks each time I need compassion and company, having Froot Loops in the morning is a no-brainer.

martes, 10 de febrero de 2009

El panorama general

Teníamos poco más de veinte años y organizabamos un evento que, en comparación con nuestra edad actual, equivalía a hacernos cargo de la logística del cambio de gobierno transexenal. El estrés estaba a la orden del día y los malos entendidos no se hacían esperar. Dos de las personas que colaboraban conmigo sugirieron que fueramos a comer y platicar. Así lo hicimos y los tres nos dirigimos a un agradable restaurante ubicado frente al mar en una linda tarde soleada en la ciudad.

Como apenas comenzabamos a desarrollar nuestra amistad teníamos muchas cosas personales de qué hablar y de manera tácita dejamos lo relacionado a nuestro evento para el final. Fue a la salida del restaurante donde la larga lista de quejas comenzó a escurrirse por la boca de mis recientes amistades como rabia en un perro callejero.

Yo los escuchaba con cierta sorna. Después de asegurarles que entendía sus recriminaciones y apuntes, les hice saber que debían confiar, tener paciencia, y tratar de ver el otro lado de ciertos asuntos.

"Sucede que yo tengo el panorama general y hay cosas que sé sobre la organización de las cuales ustedes todavía no están enterados", dije en mi tono infantil sintiéndome muy grande y muy adulto.

Eramos tres, como ya les decía. Mi amiga, un tipo que pasó al exilio con más pena que gloria, y yo. En ese entonces, mi amiga y yo compartíamos el mismo número de títulos y diplomas importantes. O lo que es lo mismo: ninguno en realidad. Ahora, mucho más de un lustro después, ella tiene más papeles para adornar la pared de su oficina que cualquier secretario del gabinete presidencial. Obtener todos esos reconocimiento requirió miles y miles y miles de horas de estudio y lecturas profundas. Y sin embargo, aún con todo el caudal de información importante que seguramente atiborra su cerebro, mi amiga recuerda mi frase como si recién la acabara yo de escupir. Debido a ello, mi lamentable línea se volvió una de las cruces que tengo que cargar hoy en día casi en cada reunión con la gente más extraordinaria del planeta.

Cuando ella utiliza este viejo chiste, sé que lo hace como una forma suave de molestarme un poco para desinflar mis aires de grandeza. Sabe cómo atemperarme pues. Es - creo - su manera sublime de recordarme que ya no tenemos veinte años y que se supone debo decir menos pendejadas.

Lo que yo ahora sé es que nunca nadie - nadie - tiene el panorama general. Y esto es porque asumimos, cuando lo que debemos hacer es preguntar. Tan simple.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Clasificado

Nos ibamos a casar. Tener hijos. Todo eso. Ya saben. Un buen día, en la plática común y corriente de los que están locos el uno por el otro, le pregunté sobre su experiencia en el ejercito.

- Hmmm...that's classified.

Mi boca nunca se ha tornado más chueca ni mi impresión ha sido nunca tan de asombro. Le recordé el hecho de que nos amabamos y todo eso - chantaje sentimental - y que habiéndome contado tantas cosas personales, lo de su experiencia militar era algo - casi - sin importancia pero que me daba curiosidad. Inocente y pura curiosidad de blogger, en términos actuales.

- Can't talk about it. It's classified. - volvió a escupir.

Y así, con esa "linda" forma de mandarme a volar, el tema jamás fue develado. Supe por cuestiones azarosas sobre su manejo de armas, un par de fotos con compañeros en las barracas y un poco, muy poco, de más o menos por dónde la habían estacionado en su servicio.

Nunca logré que hablara más del tema. Y el tiempo pasó...

Hace unos días fumaba tranquilamente en el área designada y un tipo de los US Marines (retirado, pero ellos dicen que nunca se retiran realmente, "there's not such a thing like an ex-marine") llegó de manera sigilosa. Tan callada y discretamente ocupó el lugar del que me había incorporado segundos antes que me sobresaltó voltear y encontrarlo sentado de donde recién me había parado.

Fumamos juntos y le comenté lo mucho que su acción de sentado sigiloso me recordaba a un capítulo en un libro donde un tipo húsmea en los papeles del otro mientras la victima se encuentra en el baño. El tipo chismoso es descubierto por el del baño (de grado Capitan) y se asombra del nulo ruido que había hecho en su regreso del retrete.

"Cuando vives tu vida en un submarino aprendes a andar sin hacer ruido", dice el autor. Supongo que si. La vida, literalmente, se te puede ir en ello.

Y así salió el tema de los submarinos. Me confesó el Marine que nunca había estado en uno, pero que un gran amigo suyo sí, y no en cualquier tipo, sino en uno nuclear.

Yo, el ingenuo: "¿En dónde anduvo? ¿En el Pacífico?"

"Oh well, he didn't tell me. That's classified, you know" Y otra vez la frase mágica.

Platícamos unos buenos diez minutos sobre submarinos y la vida a bordo. ¿Sabías por ejemplo que

...la estancia mínima en un submarino nuclear es de seis meses?

...puedes escoger entre recibir o no tu correo electrónico en ese periodo? El amigo de mi amigo decidía que no tenía caso pues si recibía noticias buenas o malas daba igual, no podía reaccionar a ellas porque...

...es imposible enviar correos electrónicos o hacer llamadas telefónicas? (revelan tu ubicación)

...los turnos son de cuatro horas trabajas, cuatro horas descansas, cuatro horas trabajas, cuatro horas descansas, y así?

...que en tu tiempo libre tienes permitido ver películas y jugar poquer? pero...

...que puedes emplear tus horas libres en aprender las actividades de otros departamentos del submarino distintos a los tuyos? y...

...que aprender habilidades distintas te va ganando "dolphins" en tu chaqueta de Marine y que entre más de estos Dolphins, mejor para todos?

...que haciendo muchos Dolphins vas subiendo de grado y eres más útil para el capitán y el resto de la tripulación porque puedes hacer el trabajo de cualquier otro en la nave?

Yo tampoco lo sabía. Interesante.

Y eso fue lo que me pudo contar mi fuente naval. Sin embargo, me dejó pensando en lo clasificado. Y creo que uno sólo es libre no en la medida de aquello que quiera pensar, sino en la razón de lo que pueda decir. O escribir. O compartir con el amor en turno.

martes, 3 de febrero de 2009

Gente difícil

Si mi escritorio tuviese la habilidad de expresarse, me provocaría dos cosas:

1) Que por fin lo limpiase y acomodase.

2) Un paro cardíaco. Digo, un pedazo de madera con metal, manchas y pegamento hablando es de temer. Lo menos.

Recibo más revistas de las que puedo y quiero leer. Finanzas, tecnología, novedades, espectáculos y cosas del hombre moderno (¿?). Las apilo bajo un riguroso sistema fractualmente caótico que no ganaría aprobación de bibliotecario alguno en el mundo, junto a libros que tengo en lectura, cedés, devedés, anotaciones y por el estilo.

Ese día, ví la masa insondable de porquerías que rodean el espacio de la laptop, los cables que conviven junto a las ediciones viejas de catalogos que lucían imprescindibles en la tienda de cómputo y que ahora parecen algo tan del pasado. Son tantas las desventajas de tener un desorden de magnitudes biblicas en mi escritorio que uno se pregunta por qué demonios no paso una tarde de un día cualquiera acomodando para poder - al fin - encontrar todo.

"¿Para qué?", me pregunto. Algún día Google inventará un mecanismo para encontrar la información que necesito en la vida real con mis cosas de la vida real también. No más recurrir a bits y bytes para solucionar todos mis problemas. Que Google invente su r-search engine para gente como yo, que necesita saber en cuál párrafo de cuál libro almacenado entre otros cincuenta leí esa cita que cambió mi modo de ver la vida. La r va por real. Regalo los derechos.

Pero dado que pasarán algunos lustros antes de que se resuelva mi pequeño inconveniente, disfruto jugando con el caos del conocimiento amontonado. Hemmingway junto a López Obrador. Maxim bajo IEEE Spectrum. Un periódico de Holanda al lado de uno árabe. Cierras los ojos, volteas las cara, estiras el brazo, cierras tu mano y coges lo primero que sientes (del escritorio, va).

Y así le llegó el turno a ese artículo que hoy me hace bloguear: Difficult people.

Este tipo, consultor y etcétera, comienza hablando de la familiaridad que todos tenemos con la gente difícil. Después de ese párrafo es bueno cerrar la revista - y los ojos también - para hacer desfilar en tu mentecita loca toda esa comparsa de compañeros del trabajo, amigos, ex-amigos, conocidos y demás que serian tu universo de gente difícil. ¿Ya los tienes ubicados? OK.

Lo que sigue es tratar de anticiparte a las contras y negativas de tus personitas nada fáciles. ¿Que siempre decide decirte las cosas importantes en líneas de correo electrónico? Cierra tu cuenta. Cámbiala. Dile que no checas tu correo. Necesitas que eso, eso que importa para ambos, te lo diga de frente. Let them bother others, not you.

Continúa una serie de ideas de por qué aún la gente difícil debe ser bien tomada en cuenta. No es que se quieran negar a todo o hacerte la vida imposible, es que así son. Es crear una novela de Televisa en la vida real. Y no los podrás cambiar. Pero aún la persona más compleja, difícil, etc., tiene ganas de reconocimiento, de hacer bien sus cosas y que lo guien de vez en cuando. Y ahí es cuando puedes entrar tú. No tomes nada personal. No eres tú. Es la personita.

Luego, como para redondear la idea, llego a Cinepolis y habiéndolo visto todo, me hacen ver lo que resta. Y aunque hubiese preferido hidratarme con salsa tabasco - idea cortesía de N.S. - me arrastraron a ver una comedia ("para variar" fue la consigna) de Jim Carrey. Y si solamente una película de él me ha gustado en toda mi existencia, y no era comedia, pues qué hacerle. Pensé en pasar las dos horas tratando de encontrar el mensaje, la idea, criticar la continuidad, ver la fotografía, escudriñar en los errores de dialogos/traducción, o simplemente disfrutar el momento. Opté por lo último.

No tardó mucho en engancharme. Pero asumo que al igual los otros millones de espectadores que la han visto o la verán se sentían igual de identificados. Los problemas del amor, del trabajo, de la personalidad y las crisis con amigos y la vida son moneda corriente en todos. No es que la película la hayan hecho para mi, mi acompañante, o los doscientos pelados que compartieron la sala con nosotros.

En posts anteriores escribí sobre cómo la indecisión nos define ("Mi ex-novia del Congo" parte 1 y parte 2), y por ello el no es lo que nos conceptualiza como individuos. Y este fin de semana Jim vino a decir que pues no, que no es así. Que es el el que nos debe definir.

Probablemente él tenga más razón. Siendo su personaje una personita difícil, le cambió la vida el simple hecho de cambiar de actitud. Y aunque parezca algo de película, no lo es tanto en realidad. Esto lo noté hace años tal como les sucede a todos los adolescentes adultos, jóvenes tardíos y adultos niños que no saben realmente en qué etapa están.

Decir sí a la gente difícil no es tan malo. Hay ventajas: se sorprenderán y por lo tanto bajarán la guardia. Al bajarla no deberás atacar sino convencer y entonces lo lograrás, lo que sea que era que querías lograr.

Y si al final te quedas con la chica de la película, qué mejor. Y si no, pues entonces quedarás definido. Y si te pasan ambas cosas, pues me avisas y aceptaré tu agradecimiento en el lugar y bebidas de siempre.

lunes, 2 de febrero de 2009

Razones en el desierto

La inmensidad del desierto de Sonora se ensanchaba cada vez más en su mirar. La geometría de las dunas le asemejaba las perfectas formas de Katya. La imperante soledad del desierto le sentaba bien.

Era su segundo día en medio de la nada y no esperaba "algo" al menos por los próximos tres. Sería entonces el momento para marcar otro ciclo consumado de filosofía forzada. Condiciones extremas lo llevaban a pensamientos más libres.

En la medianía de la edad del hombre aún seguía disfrutando las mismas cosas. Aquí no podía pintar, pero podía leer. Y el ajedrez computarizado aligeraba sus largas horas en las que fumaba y monitoreaba las tediosas lecturas de los instrumentos.

Su rutina, que intranquilizaría a las almas extremas, le dejaba mucho tiempo para pensar en los por qués. Aquellos cuándos y dóndes de la juventad habían saltado del barco al naufragar el innato intento por vislumbrar el futuro. ¿Por qué aún amaba a Katya? Porque justo ahora sabía que la amaba.

Había dejado atrás la clásica lujuria y las banalidades del sexo último. Ahora era más simple. Más básico. Aunque en realidad, ni tan básico, pues todas eran Katya en el final.

Una mañana particularmente diferente casi murió. La serpiente cascabel había logrado atravesar su extenso perímetro de seguridad que ahora resultaba a todas luces ligero. La mató sin rencor y pensó cómo sería morir ahí sólo, sin testigos. Después siguió elaborando reportes lo cual diluyó el resto del día y sus pensamientos mortales.

Esa noche soñó raro. Volaba. O en mejor perspectiva, caía. Era una caída controlada, dirigida en horizontal y a unos treinta metros del suelo, como un misil que va perdiendo altura conforme agudiza sus sentidos en pos del objetivo. Iba semidesnudo y tenía esa sensación de vacío en el estómago que le recordaba los juegos mecánicos en la feria de su ciudad natal.

Veía las casas del barrio donde había crecido. Seguían iguales. Era muy temprano por la mañana. Todo lucía en orden y tranquilo, vacío.

Ya no recordaba cómo había caído y ahora la extravaganza del sueño lo había llevado a una pelea. Y como siempre, no podía pegar ni bien ni a tiempo.