martes, 30 de septiembre de 2008

Un día de septiembre

Era un parque enorme, cuadrado, vacío. Before the rain de Lee Oscar reverberaba en la vacuidad innata de mis sesos veinteañeros. Y yo era feliz.

Me senté en una banca de piedra y miré a los árboles grandes, grandes, grandes. De alguna forma se habían puesto de acuerdo para habitar todo el lugar pero no rodearlo, no cercarlo, jamás ocultarlo. Era un tipo de árbol algo raro, no la típica especie citadina. Tenía un nombre de esos que logran describir todo, menos lo que deberían. Y por ello no me esforcé en memorizarlo.

Decidí que era el momento perfecto para un cigarro. A ver niños, ¿por qué son importantes los árboles? A los diez años estaba enterado como cualquier mocoso que todo lo verde se suponía era bueno. Pero nadie se había tomado la molestia de decirme por qué. Un niño estúpido contestó: para purificar el aire maestra. Lo odié porque yo era el cerebrín, se suponía.

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Para purificar el aire - repitió mi querida maestra a la vez que movió sus manos como finalizando un concierto imaginario delante de una audiencia de pipa y guante en el Carnegie Hall.

"Bueno," - pensé - "si ellos tienen que purificar el aire y nadie anda contaminando por aquí, los pondré a trabajar." Y así fue. Ha sido el cigarro más largo, más delicioso y más solitario que alguna vez he disfrutado en posición seminarista sobre la piedra que resultó no ser banca en realidad.

Las casas y calles que rodeaban al parque eran, por derecho propio, difusas y vagas. Sí. Te daban ser la impresión de un caserón elegante pero ya visto muchas veces en otros tantos lugares que por desgracia no contaban con un parque precioso como éste.

Las hormigas siempre me han fascinado. De niño solía atraparlas en frascos y someterlas a torturas en pos del avance científico. Y como en cada rincón propicio para el aburrimiento, ahí estaban, salvándome. Me acomodé sobre la piedra y las ví andar con esa ruta caótica que sólo entenderíamos si fueramos ciegos y dependieramos de golpear nuestras antenas con otras hormigas para saber si estamos en la compañía correcta o nos hemos desviado de nuestra área de influencia.

Generación MTV. Me digo y repito que no soy generación MTV. Pero todo me aburre a unos cuantos minutos. Adiós hormigas. De haber sabido que pasaría parte de una tarde en soledad en un parque como este, habría traído un libro. Cuentos cortos de Jorge Luis Borges, con muchos adjetivos, pocos personajes y cadencia latina.

Pasarán años para que regrese a ese parque. Pero regresaré. Iré solo nuevamente y fumaré un cigarro, y entonces escribiré algo interesante rememorando un nuevo día de otro septiembre diferente.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Rio y sus mujeres

Absortos con el menú como estabamos, apenas atinamos a concentrarnos en la cantidad insultante de prostitutas juveniles que nos rodeaban. Nos miraban fijamente, nos daban las señales de su disposición y sobretodo, evitaban sonreir: no era un juego sino su negocio. Esa era nuestra primera noche en Rio y nadie quería quemarse platicando con ellas.

Moralidad aparte, la gran mayoría eran guapas pero eso no las eximía de poder ocultar su condición humilde de chicas de las favelas.

Otra noche eramos Charlie, Mr. J. y yo. Tomabamos Skol en cantidades industriales en un agradable club a pocas calles de Leblon. El número de mujeres sobrepasaba al de hombes en una proporción probablemente de 3 a 1. Todas - sin exagerar - hermosas. Mr. J. - próximo a casarse - logró ligar a una rubia que lo hacía ver ridiculamente más chaparro. Al final, cuando regresó a la mesa donde el gran Charles y yo lo veíamos con envidia nos contó que era noruega.

"No mames". Ir a Brasil y ligarse una noruega era un fracaso, al menos a nuestros ojos.

De los tres, Mr. J. era el que mejor hablaba un portugués semi-decente. Había incluso estudiado el idioma en su ciudad natal aunque nunca explicó sus razones. Sigo con la duda de por qué alguien se sentaría en un salón de clases a aprender portugués, idioma hablado apenas en unos cuantos países y no tan necesario como el inglés - que le hacía mucha falta mejorar. De las dudas con las que tendré que morir.

Charles no se limitaba y usaba las frases preparadas que ya conocía. Y yo quería solucionarlo todo en la lengua de Shakespeare ya que había aprendido por las malas que quienes hablan portugués no tienen mucho problema en entendernos a los que hablamos español, pero que no necesariametne funciona bidireccionalmente.

Para cuando esa noche ya quería terminar, nos habíamos hecho compadres de la mafia local quienes con gusto nos ofrecían drogas, mujeres y cualquier cosa que nos aligerara un poco el peso de los reais que traíamos encima. Llovía como sólo llueve en una noche alegre repleta de excesos y cerca del mar. De alguna forma, entre el demasiado humo y la alegría ficticia de la cerveza brasileña, logré ser amable y rechazar todos los ofrecimientos. "Aunque usted, no lo crea".

Recuerdo que caminé bajo la lluvia con mi amigo borracho Charlie. Mr. J ya nos había abandonado largandose con unas nuevas amigas. Abordamos una camioneta local que hace las veces de transporte entre la playa y los hoteles cercanos y llegamos enseguida a nuestra sede. Mi primera impresión fue que estaba de puta suerte, pues el lobby se encontraba repleto de chicas que harían las deliciosas de cualquier animador de programa nocturno de variedades. Sentí las miradas atravesarme como balas y caí abatido y rendido al darme cuenta de la barrera del idioma y sobretodo, darme cuenta que eran simplemente otras prostitutas. No estilo favelas, pero prostitutas al fin.

En el hotel no les decían nada, a pesar de ser uno de esos exclusivos de cinco estrellas que abren su paso por todo el mundo a diestra y siniestra. Tal ves es una lástima - viéndolo en retrospectiva - que no son las playas de Río lo que más recuerdo, sino sus extremos sociales marcados en los rostros de las bellas mujeres con las que me topé.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿Por qué corren?

La lluvia que contiene un pH menor a 5.6 es considerada ácida., y dado que estos días todo está al alza, dudo que el pH de la lluvia local ande siquiera debajo de pH 7. Damos por hecho pues que la lluvia en mi ciudad no es ácida, ni tóxica, ni derivada del agua bendita - que vaya a quemar a todos nosotros los pecadores - ni mucho menos indica preludio al tan anunciado futuro diluvio universal.

Así pues podemos establecer que la lluvia no es mala en si. Tenemos un pésimo sistema de drenaje y peores diseños de asentamientos habitacionales que nos hacen mentarle la madre al pobre fluido que sólo hace su ocasional trabajo cuando en realidad deberíamos cantar contra los estúpidos ingenieros civiles, arquitectos, urbanistas, gobernantes y nosotros mismos que no hemos sabido planear nuestra ciudad.

Una mañana, no hace mucho, caminé un par de calles y me mojé. Oh buen Dios, ¡me mojé! Probablemente con el agua que me cayó encima habría muerto de resfríado en mi niñez, chamaquito asmático y enfermizo después de todo. Pero ahora, en la plenitud de la vida - o eso me digo a diario - nada me hace daño.

" ¿Para qué mojarse?" pregunta un hipotético observador.

"¿Y por qué no?" Le contestó yo. Es una de esas respuestas que no dicen nada, pero ayudan mucho. Al menos le gana a uno tiempo para preparar el embate de críticas que generalmente se suceden después de que nuestro interrogador asimila la táctica.

El interrogador imaginario: "¿Por qué crees que la gente se protege de la lluvia?" me preguntaría en tono dichoso, tal cual un padre paciente a un hijo inteligente, pero algo necio en ocasiones.

"La gente se protege de la lluvia por mera imitación. Gritar, hacer estupideces y correr son acciones reflejo que se propagan más rápidamente que la gripe en una multitud" contestaría yo, monumento carnal de la sapiencia que nunca ha tropezado porque nunca ha ido muy lejos tampoco.

Si las ropas se mojan, entonces se cambian. Las bolsas, carteras y demás artilugios que carga uno son todo menos modelos anfibio, pero la posibilidad de que se llenen de líquido por unas cuantas calles bajo la deliciosa lluvia son mínimas. Menos me preocupa que se moje mi celular. Ha sobrevivido caidas, maltratos, formateos, malos usos, incluso lo he perdido en el extranjero al menos un par de veces y de alguna manera se las arregla para regresar a mi y - lo asombroso - para continuar funcionando. Si ha sobrevivido durante años a tres ex-novias, amigos curiosos, fiestas salvajes, una pinche lluviecita benigna no le va a hacer ni cosquillas.

La protección de un techo es el anhelo que los genes han almacenado desde la época de nuestros ancestros en las cavernas. El temor primitivo a estar expuesto al agua en condiciones no controladas - como en una albera o en la ducha - nos viene de miedos primarios a la exposición a depredadores que saben que somos torpes en la humedad, que el agua no es nuestro medio natural y que debilita nuestras defensas cuando permanecemos mucho tiempo bajo ella.

Volteo con confianza al cruzar una de esas calles largas y melancólicas y no veo ni un pinche tigre, o un flojo león o un cabrón tiranosaurio rex que me piense devorar en ese instante. Decido con firmeza y sigo caminando bajo la lluvia sin problemas, mientras quienes están cobijados en resquicios, casas y autos me miran con compasión.

Soy yo quien debería mirarlos así. Ellos no saben que tienen miedo.

martes, 23 de septiembre de 2008

Jazz and 90's

Estoy muy lejos de ser un conocedor de jazz. Disfruto algunos clásicos y sé los nombres de algunos pocos performers de este género. Y he ahí todo mi bagaje del asunto.

Lo anterior no me impidió toparme hace unos pocos meses con un CD encantador, por buscarle un adjetivo. No recuerdo cómo terminé en la tienda de música más popular de la plaza, pero ahí ocurrió la cosa. Seguramente la estaba esperando para ir al cine o algo así. El caso es que tropecé con Jazz & 90's, un ecléctico conjunto de canciones emblemáticas de esa década adaptadas a formato jazz.

La selección no es justa, pero a menos que compres una colección de 20 cedés con 20 rolas cada uno, podrás encontrar la gran mayoría de tus canciones favoritas de esos años. Sin embargo, no por injusta, la selección deja de ser rica, amena.

Las voces y los arreglos bien hacen de compañía si eres de flores, vino, cena, intimidad y esas cosas. Y si no, igual sirve para desestupidizarse un poco de tanto reggaeton en el ambiente.

¿Mi favorita? Creep interpretada por Karen Souza.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Neal Stephenson: la crítica imposible

Dentro del mundo de la tecnología hay obras maestras, actos deslumbrantes y hordas de fanáticos que veneran productos, ideas y personas. El trabajo de un autor que hoy les quiero presentar es tan determinante para ésta época y mundo high-tech que se podría decir tiene igual relevancia para los verdaderos tecnófilos que los textos sagrados para un religioso.

Se llama Neal Stephenson y el cabrón es un pinche genio. Decir menos de eso es insultar la inteligencia de quienes hemos leído - y digerido apenas a medias - el vasto universo que ha creado lo mismo en los siglos XVI y XVII que en los modernos días post punto com.

He pensado durante ya unos tres años - cuando por primera vez me topé con su trabajo - en qué reside el encanto de leer a Stephenson. Podría ser en sus ideas, su estilo, su temática, o la voluminosidad de sus escritos. Véamos uno por uno.


Ideas

En Criptonomicón - de sus obras mi favorita, si es que tuviera que elegir una - Stephenson mezcla una cantidad tal de ideas que el lector puede verse abrumado si no cuenta con una extensa lista de conocimientos financieros, matemáticos, técnicos, geopolíticos y un sentido del humor que raya entre el sarcasmo cruel y la broma estilo bomba-teledirigida. Lamentablemente - y no - Stephenson no es para todos. Y esa élite que formamos quienes nos hemos vuelto sus consumidores nos sentimos iluminados al final de cada uno de sus libros.

Stephenson no es compasivo. Si tiene que desarrollar una ecuación diferencial para explicar uno de sus puntos no lo va a pensar a dos veces y te va a meter en un tratado de matemáticas contempóraneas acompañado con un ensayo de por qué influye en la trama de la manera en que lo hace. Y cuando pienses que ya has salido de ese primer tobogán lúdico mental te darás cuenta que estás entrando a otra espiral infinita multicolor de ideas que se siguen multiorgasmicamente una tras otra.

Lo mismo te habla de la creación de la moneda - El Sistema del Mundo-, la nanotecnología y sus implicaciones sociales - La Era del Diamente: manual ilustrado para señoritas - que de virus informáticos con raíces etruscas capaces de transformar al mundo real y virtual - Snow Crash, sin olvidar la manera correcta de crear, dirigir, mantener y hacer tener éxito a una empresa emergente de tecnología como en Criptonomicón.


Estilo

Su estilo. Si he de ser sincero, sé que esto es lo que más me gusta de él. Es sarcástico como el que más. Pero es un sarcasmo inteligente, mordaz, preciso y necesario. Sí, necesario. ¿Cómo hacer una broma sobre la matanza de esclavos en las filipinas de la segunda guerra mundial si no es con la herramienta del escarnio? Que alguien lo intente, lo muestre al mundo y que tenga éxito para entonces dilucidar al respecto.

En su estilo lo más destacado del análisis a que uno lo puede someter es la comparación. Stephenson confía en el cúmulo de lectores ávidos e inteligentes que lo siguen. Les decía párrafos arriba que no tiene contemplación alguna y sin embargo, resulta que la tiene un poco. En los puntos cumbres, Stephenson siempre clarifica con una comparación tan ajena al tema que resulta tan divertida y reveladora como entender el concepto "conocer" en términos biblicos.

Stephenson es directo. Pero no ahorra en detalles. Estos dibujan la escena tan coloridamente como el mejor cineasta podría soñar. Y en nuestras mentes formamos sus personajes y sus lugares con tal nivel de rasgos que uno los lleva para etiquetar el mundo por todos lados. Y si no, preguntenme a mi, que conozco a una hermosa y fría Eliza, y que trabajo con un Shaftoe, y que estudié con un Waterhouse, y que tuve una novia igualita a Y.T., y que veo a Nell como mi propia hija.


Temática

En alguna entrevista Stephenson intentó aclarar por qué clasificaba sus escritos como ciencia-ficción, dado que muchos no los entienden así al no contar con los elementos típicos. El mismo lo explica - y he aquí mi burda traducción:

"Existe una aproximación particular de la ciencia ficción para el mundo, y no tiene nada que ver con el futuro. No tiene que estar en el futuro para nada. Solía leer antologías de ciencia ficción cuando era un niño - habrían 10 historia de cohetes y pistolas de rayos, y habría una extraña historia de Robert Bloch ubicada en algún pueblo en los cincuentas que no tenía ciencia, ningún contenido tradicional de ciencia ficción, pero en la mente de alguien era claramente ciencia ficción. Tenía esa aproximación de la ciencia ficción: un darse cuenta que las cosas podrían haber sido diferentes, que éste es uno de varios mundos posibles, que si vinieras a este mundo desde algún otro planeta, este sería un mundo de ciencia ficción."

Y es que sus novelas son tan realistas, tan plausibles sus escenarios, que llamar ciencia ficción a su contenido no es el primero de los géneros que llega a la mente. Parece más el trabajo de un filósofo-historiador consumado que de un nerd muy bien dado con las letras.


Voluminosidad

Sus libros son para valientes, pero sobretodo, para fieles. No es el libro de bolsillo que terminarás en cuatro dias o menos à la Carlos Cuauhtemoc Sánchez o cosas así.

Sus obras en inglés ya resultan enormes, con ediciones de mil páginas encuadernadas a todo lujo, que cuando traducidas al español son imposibles de envasar en un sólo cuaderno. Es negocio, pero a la vez es un arte no contenido. Stephenson nació para desbordarse y lo sabe. Y se aprovecha de ello.

El traductor de su obra a nuestro idioma es un español que ha hecho un trabajo formidable. Por ahí tiene su web donde explica el proceso y él mismo se cuenta como un fanático de la obra de N.S.

Libros tradicionales que le cupieron en un sólo volumen: Snow Crash y La Era del Diamante. Libros que es uno solo pero aglutinado en varios: Criptonomicón con tres, y El Ciclo Barroco con "solamente" ocho.


Conclusión

Hay un gran problema al leer un libro de Neal Stephenson: el siguiente se tiene que superar, o al menos mantener. Y no aceptaremos menos. Y hasta el momento no ha defraudado a nadie. Las largas esperas entre libro y libro sólo son soportables con la gran cantidad de ideas y conceptos por digerir que nos entrega una vez que ha culminado uno de sus proyectos.

Tendremos que mostrar algo de adaptabilidad mientras llega lo siguiente que sea que nos tenga preparado ;-)

viernes, 19 de septiembre de 2008

El Pescador

Esa noche la luna no trazó su camino sobre el mar. Las envidiosas nubes se amotinaron y cubrieron el azul. Las olas, en rebeldía, mostraban su coraje escupiendo altura, fuerza y precisión.

Pedro contemplaba su lancha. Los peces no esperan y hoy él iba a faltar. La Audaz bailaba un compás que no por peligroso dejaba de ser entretenido. A ratos Pedro pensaba que era una invitación. Y tal vez lo era.

Así ocurría la noche del desencanto.

Encendió uno de esos cigarros fuertes que realmente sólo disfrutan los solitarios. Aspiró y caminó dejando atrás sudor y pasión.

martes, 16 de septiembre de 2008

El rey del futuro caduco

La historia de un hombre que vivió en el futuro, con otros diez, y no moría, y era el rey.

Y era el rey porque tenía ojos,

no era guapo,

no era fuerte,

no era más listo,

ni siquiera diestro con las técnicas básicas de supervivencia.

pero...

era el único que sabía leer.

y diez hombres viviendo en un futuro planeta donde no podían sembrar nada porque la tierra estaba muerta, y que no podían pescar nada porque el mar apestaba, y no podían cazar nada porque no había nada que cazar, vivían de las viandas y perecederos todavía intactos del mundo que había quedado atrás.

El Rey leía la descripción, identificaba la fecha de caducidad, comprobaba cuántos lotes habían almacenados de tal producto en tal lugar y decidía la permanencia en el mismo a falta de mejores opciones.

La mudanza ocurría cuando la comida ya los tenía hartos, o enfermos - y generalmente ambas cosas a la vez - y asaltaban un supermercado ataviados con sus máscaras de hocico de perro, que aunque feas y viejas, los mantenían vivos. La contaminación extrema nunca alcanzó a los supermercados, baluarte del consumismo que los había procreado, y sus excelentes sistemas de reciclaje de aire, anunciados con bombo y platillo para que el publico pudiera seguir comprando felizmente sin mascaras y protecciones anti-contaminación.

Un día, el hombre que sabía leer, nuestro Rey, confesó sentirse mal, y eso preocupó a sus diez guaruras y seguidores.

Ahora tendría que pasar la técnica, que por cuestiones de vanaglorismo, siempre había exagerado con gestos y sonidos teatrales. Leer podría dejar de ser el silencioso y directo arte de la interpretación de simbolos para volverse la forma por la cual un hombre podría continuar viviendo al entender las etiquetas de caducidad elaboradas años atrás.

Eso si que sería un mundo de locos.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Amenaza en los aires

Hace poco realice la traducción de todo un capítulo de un libro sobre teoría de composición musical. Aprendí conceptos que hoy me hacen pensar en las voces en términos de bajo, soprano, contralto, baritono y tenor. Hay voces muy bellas que no necesitan cantar para lucir. La voz de la chica que amas, la voz de la madre que te adora, la voz de alguien que te admira, las voces de los amigos que conviven contigo, y la voz de tu jefe diciendo que te han subido el sueldo y que ahora puedes salir más temprano.

Pero hay voces que ni en Televisa o TV Azteca recibirían un miserable aplauso. Y ya es decir algo, porque vaya que le aplauden casi a todo.

Tal fue el caso del tipo con voz de pito que contó la estúpida historia de su vida a su compañero de asiento - quien debería ganar un premio por la infinita paciencia demostrada. Estabamos a punto de aterrizar en una triste y lúgubre ciudad capital centroaméricana y los minutos previos al aterrizaje me parecían más eternos que diputado en primera fila escuchando el mensaje del Informe Presidencial de cuatro o cinco horas como antaño.

A mi me gusta platicar, y platico mucho dadas las circunstancias adecuadas, pero no soporto los gritos. Y todos parecemos tener ese problema de sordera innata y necesidad de atención social cuando usamos el celular. El término "estoy hablando por celular" debería ser cambiado por "estoy gritando por celular". Es cierto. Sé frío y analiza tu comportamiento con el aparatito y el de tus amigos (su comportamiento, no sus aparatitos...)

Ahora bien, la mayoría de las veces este es un comportamiento que puede pasar desapercibido porque si estás escuchando a la chica de la mesa de junto en tu café favorito hablar de las mil y una pendejadas de la semana, puedes sencillamente: a) cambiarte de mesa, b) asesinarla y salir corriendo, c) voltear a verla con mirada lasciva para ligartela. Con esto último lograras que baje su volumen porque en ese momento ella comenzará a hablar de ti, el pervertido de enfrente que no deja de mirarle sus piernas y todo lo que ellas sostienen.

Los puntos anteriores también se pueden hacer en bares, restaurantes, antros y demás cuestiones que se ubiquen dentro de los dominios terrenales. Pero encerrado en una lata a diez mil pinches pies de altura, ninguna de las soluciones de arriba es aplicable sin lograr que a tu regreso a tierra un comando armado te tenga fichado para morir.

La preocupación real aquí no es que alguien pueda hablar por teléfono desde un avión en pleno curso, pues esto se hace desde tiempos inmemoriales. La tecnología para ofrecer este servicio no ha variado con el paso de los eones. Afortunadamente el servicio es caro y por ello mucha gente pefiere entretenerse con la tele, la ventanillas, los cocteles, el catalogo duty-free o - como mi amiguito del que ya les comenté - platicando detalles personales a los cuatro vientos al sufrido compañero de fila.

El sueño de cualquier adicto a la tecnología es no tener que desprenderse de esta, sea cual sea la circunstancia. ¿El Desierto de Gobi? "Chingada madre, queda en el Planeta Tierra, ¿no? Entonces debe tener conectividad inalambrica de alta velocidad. ¿Lata de sardinas voladora a varios decenas de kilometros por encima del nivel del mar? Es inconcebible que no tenga Internet tampoco.

Y sin embargo, así ha sido por siempre. Hasta ahora.

Recientemente American Airlines (AA) anunció que pondría Internet en sus vuelos. La compañía que contrató para que llevara a cabo la parte técnica de esta proeza dice que no habrá problema alguno. Muchos como yo, se espantaron al inicio imaginando el peor escenario: el novio enamorado conectado a su headset y escupiendo romanticismo via Skype con su amada a unos 40 grados de latitud lejos de él. O una madre preocupada dictando ordenes a los chamaquitos en casa y regañandolos a distancia por pura costumbre nomás. O un tipo mamón hablando con sus cuates sobre dónde va a ser la party una vez que aterrice. O una...ay Dios...hay tantas posibilidades desastrosas.

Pero dado que en general las personas no nos sabemos comportar cuando tenemos la posibilidad de comunicarnos oralmente, los chicos que le trabajan a AA dieron con una ingeniosa solución para evitar partidas de madre de altura: desconectar el acceso a servicios de VoIP.

VoIP es la tecnología que durante los últimos años ha hecho temblar a las empresas de telecomunicaciones tradicionalmente. Este concepto permite entablar enlaces de voz utilizando redes de datos, es decir, sin necesidad de pagar las jugosas rentas a las compañías propietarias de las redes telefónicas. Dado que el software hace magia y convierte tu voz a meros bits y bytes, pues se vuelve realmente barato utilizar estos servicios basados en VoIP.

El miedo original para las compañías de aviación en cuanto a la instalación de un punto de acceso a Internet en su cabinas no radicaba en la etiqueta social sobre si estaría bien permitir que algunos pasajeros abusaran de sus nada melódicas voces y perturbaran el sueño o meditación de los demás. Hay la cuestión de la paranoia: ¿qué tal si un afamado hacker lograba infaltrarse en la red computacional del avión en cuestión y de esa manera lo controlaba para otro 11 de Septiembre o alguna idea peor?

La solución vino no del lado técnico, sino del sentido común: pongan dos pinches sistemas diferentes. Y así lo hicieron. Y después de probar por muchas horas la idea, se lanzaron a lo que les acabo de comunicar: pronto tendrán acceso a Internet en pleno vuelo.

Espero entonces sus comentarios desde el aire.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Corny

Amé las incontables ocasiones en que durante nuestras largas pláticas ella usaba la palabra "corny" (algo así como "cursi" en español). Si le decía algo lindo, primero se limitaba a sonreirme y a aceptar el cumplido, luego me compensaba ya fuera con un beso, otro cumplido o cualquier cuestión entre esos extremos. Posteriormente me evaluaba con la mirada y me decía sin conmiseración alguna: "that's corny!"

Y hablando de cosas cursi, este año ha traído varias películas románticas que a pesar de mis más sinceros esfuerzos no he podido eludir. No son tan malas. Generalmente la protagonista es una cara muy bonita y la trama tiene cierta comicidad. Es como ver un bebé babear sus primeras palabras y no enternecerse un poco.

Busco el alimento en cualquier película. Que me deje algo. A veces tengo suerte y a veces no. Rentar una de estas producciones es como vivir de postres: no te alimentan realmente pero son deliciosos.

Sin embargo, de tiempo en tiempo los guionistas se esmeran y el director logra incluir algo interesante. En una de esas películas - por ejemplo - escuché un poema que me gustó. Cameron Diaz me sedujó con su prosodia y decidí buscarlo en la red.

Lo encontré. Lo leí. Y leí muchos otros. Y me sorprendí al darme cuenta que pasé una tarde leyendo poemas en la red. Una experiencia agradable y que les recomiendo.

Les dejo el poema original que Maggie recitó en "In her shoes". Disfruten.


I carry your heart with me

by E.E. Cummings

i carry your heart with me (i carry it in my heart)
i am never without it (anywhere i go you go,
my dear; and whatever is done by only me is
your doing, my darling)
i fear no fate (for you are my fate, my sweet)
i want no world (for beautiful you are my world, my true)
and it's you are whatever a moon has always meant
and whatever a sun will always sing is you

here is the deepest secret nobody knows
(here is the root of the root and the bud of the bud
and the sky of the sky of a tree called life; which grows
higher than soul can hope or mind can hide)
and this is the wonder that's keeping the stars apart

i carry your heart (i carry it in my heart)