domingo, 24 de mayo de 2009

Over, finished, done

La descompuesta melena de león lo acompañó de la cama al espejo del baño. Su aliento sabía a grava. Las lagañas que enmarcaban los demacrados ojos le daban aspecto de fenómeno. Se contempló así durante varios segundos. Interminables segundos.

Sí. Definitivo. La noche había sido letal.

Ahora comenzaban esas ráfagas de realidad dosificadas por el subconsciente. Recordaba a Amanda. ¿Era Amanda? ¡Por Dios! ¿Qué demonios había hecho? Amanda era una loca apenas semi-contenida en un adorable cuerpecito, y eso era lo más amable que se podía decir de ella. Mira que golpearlo con sus zapatillas Prada en la espinilla dolía. Si la idea era que no la olvidara, el cometido se había logrado muy bien: jamás podría quitarse de su mente esa experiencia tan dolorosa. La noche del festejo terminó trágicamente.

Acostumbrado a los enojos de mujeres hechos bofetadas, escupitajos, insultos y miradas que matan, un golpe en la espinilla resultaba todo un trofeo en su vidriera de logros personales. Mira que hacer enojar a alguien a ese grado es de notar.

Ser un casanova no paga. Al menos no con las locas.

Se duchó con la rapidez de un sentenciado a muerte y desayunó de la misma forma. Luego sobó su espinilla al tiempo que maldecía en voz baja.

Tomó el teléfono para terminar de rematar el asunto. Para él quedaba claro que todo estaba over, finished, done, pero le preocupaba que la loca se apareciera sin anunciarse. ¿Qué le sigue a una patada? ¿Cuchillos? ¿Pistola? ¿Violación?

Viéndolo asi, no podía ser tan malo entonces. Sonrió su propia estúpidez. Marcó.

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