viernes, 10 de octubre de 2008

Historia del maquillaje

En los tiempos neolíticos no había mucha diversión. Dirías tú que no es como que tenían plazas comerciales, Internet, televisión, antros, moteles, playas paradisiacas y exclusivos paquetes VTP para pasar los ratos de ocio después de una buena cacería de dinosaurios sobrevivientes al holocausto meteorológico cortesía de una piedrota enviada por el destino.

Sabemos pues que nuestros ancestros cavernales pintaban en sus cueva-casas porque un tipo listo se metió en una de ellas en Francia y descubrió cosas en las paredes que no tenían mucho sentido. Fue de chismoso a decir que había unos rayones bien chidos en la cueva donde seguro fumaban sus carrillos de mota y así se corrió la palabra hasta que llegaron los arqueologos-científicos-investigadores-expertos que más tardaron en desmontar sus tres toneladas de equipo instrumental altamente cotizado que en obtener la fecha en que alguien se puso a colorear las paredes de su cueva casa: un chingo, pero un chingo, de años atrás. Tan atrás que podrías poner a todo los miembros del cuerpo cardenalicio juntos, sumar sus edades, elevar la cantidad obtenida por una potencia de número similar al promedio inflacionario en cualquier país tercermundista y aún así quedarías debajo de la fecha estimado por un factor de al menos diez veces.

Lo relevante no son las pinches pinturitas en la pared. Eso evolucionó y llegamos a la cúspide con Leonardo y compañía. Después de esas colosales chingaderas artísticas donde lo sublime de una risa nos puede poner a pensar a miles de millones de humanos por cientos de años. Repito: lo importante de haber descubierto las pinturas prehistóricas en las cavernas no son las pinturas.

Lo importante es que de ahí nació el maquillaje.

¿El maquillaje?¿Qué demonios tiene que ver el maquillaje con todo esto de las pinturas rupestres?

Todo. Tiene que ver todo.

Vamos enfocando. Imagina al tipo que se ponía a pintar con los bigotes del último tigre anti-evolucionado (y por lo tanto mucho más cabrón) que acababan de destazar entre él y sus otros diez compañeritos. El cabrón está feliz dibujando su hazaña para la posteridad. Su vieja, mientras tanto lo mira, emocionada los primeros tres minutos, y después se pone a tontear con los materiales que encuentra a su alrededor (aquí faltan como unas cinco horas a que la carne del tigre este lista porque no son muy duchos con el fuego todavía y la última vez que quisieron acelerar el proceso de calentado se les quemaron dos niños y perdieron el cabello tres de los aventados) y decide tentar esa cosa húmeda de colores que su hombre agarra para marcar la pared.

Como no es tonta, no se mete con la pared. No la gusta eso de ser azotada al menor pretexto por su esposo. El lienzo de piedra - o lo que es lo mismo, toda la casa - es propiedad del Miguel Angel prehistórico enfrente de ella. Así que lo único que puede pintar sin riesgo - o al menos eso cree - es su cuerpo. Se lo lleva primero a la boca a ver si se come - tiene hambre - y se da cuenta que sabe de la chingada. Y eso ya es decir algo. Lo siguiente - al ver que no se intoxica por tocarlo - es ponerselo cerca de la cara....olerlo...más cerca...chingaos...me lo voy a embarrar.

Y así fue, la primera mujer en la historia de la humanidad que uso maquillaje lo hizo sin querer, como todas las cosas importantes en la vida.

En ese preciso instante voltea nuestro amigo pitecantropus y la ve. Al notar que su vieja ya no es la misma, emite sonidos guturales indicando quién sabe que chingaos. Deja a medio terminar su pelea de hormiguitas en la pared y se le trepa sin previo aviso. Procrean como diez veces por la emoción de embarrarse de pintura.

Ella descubre que el secreto es lucir diferente de vez en cuando para tenerlo babeando por si. Y se asegura de tener del pinche líquido feo ese cerca para untarselo al menor pretexto.

No pasa mucho tiempo para que sus vecinos - asombrados de verla panzona toooodo el tiempo, pero sobre todo, muy feliz - se pregunten a qué se debe que su vida sexual sea más intensa que la de los demás.

"Te embarras esta porquería en la cara, y él se volverá loco" le dice a sus amigas mientras los hombres se han desaparecido colinas arriba intentado ahora chingarse a un mamut o algo más así porque ya la carne de tigre se dieron cuenta que nomás nel.

Al regresar a la zona residencial "Las Piedras" todos ven a sus mujeres pintorrajeadas y en ejemplo perfecto de posesión diabólica en masa - originada por pite original - se va sobre sus chicas para llevar a cabo la primera orgía.

Así pues, dado el éxito obtenido, la fórmula se propagó más rápido que el cólera. Podemos decir que el maquillaje pobló al mundo, trayendo muchos más niños para que pudieran al menos algunos llegar a adultos. Le trajó una variante sexual que da alegría a los desinhibidos y además le permitió a la naturaleza corregir sus defectos. No es cualquier cosa. Menciona otra cosa que haya hecho lo mismo a un ínfimo costo.

Yo sólo puedo mencionar un par de cosas. Pero ya las bloguearé después.

No hay comentarios: