¿Qué hay de malo con la rutina?
No lo sé exactamente, pero comienzo a unirme al grupo de gente en contra de ella. Hoy he ocupado la frase unas tres veces y ni siquiera he bebido una cerveza para tener como excusa el momento de solaz que te hace decir barbaridades. Antes de ponerme a escribir esto, me encontré planeando seriamente escapes extremos en el sentido de ir a una playa de ensueño en la peninsula o a un resort para esquiadores y amantes de la nieve y el frío. Todo ello porque "estoy cansado de la rutina" y "necesito vacaciones" que son de las dos frases más utilizadas por cualquier persona que 1) trabaja bastante y 2) no tiene nada mejor en qué ocupar su tiempo y recursos.
El colmo viene cuando noto que la información del resort en la nieve anuncia a los cuatro vientos que este es el lugar perfecto "para escapar de la rutina". No es que me sepan algo, sino que nos saben todo: la gente está harta, o mejor dicho, se harta fácilmente de sus vidas y necesita romper el molde para sobrellevar sus cruces. Tristemente, esto no siempre significa que puedan hacerlo.
Hay ciertas alarmas que resultan obvias para enterarte que tienes un problema con tu rutina. La primera de ella es cuando rompes la rutina sagrada del fin de semana y decides no salir, convencido que necesitas descansar. A esta la llamamos Rutina de Momentos Libres (RML). La RML es una que nos gusta, nos brinda placeres y nos da la energía para soportar la MRTD (Maldita Rutina de Todos los Días) . Lo que es raro es que al ejercer la RML, nos desvelamos generalmente, nos cansamos al bailar, hablar, hacer el amor, viajar, leer, practicar algún deporte, ver televisión o lo que sea que te plazca hacer cuando no estás ganando dinero. Hacer lo anterior debería, en teoría, desgastarnos más que llenarnos de energía, pero curiosamente sucede al revés.
Es la experiencia de este blogger que el cansancio mental resulta un poderoso enemigo al cuerpo que pide diversión. Es la experiencia de este blogger que la MRTD jode mucho la RML. Afortunadamente, esto ocurre sólo en la medida que uno lo deje pasar. Desafortunadamente, lo dejamos pasar muy seguido.
Las rutinas, de trabajo y de placer, no son malas en sí. Pensemos en la rutina de un padre de familia que al final de un día agotador, verá a sus hijos y los abrazará acordándose con ello de las cosas que valen la pena en la vida. O en la rutina de saber que una vez al mes recibes dinero por los dolores de cabeza de las cuatro semanas anteriores. O la rutina de llamar a mamá y papá y escuchar que a pesar de ser la oveja negra de la familia, todavía te aman.
No se puede evitar la rutina, así que hay que aprender a lidiar con ella, regenerarla, inventar nuevas rutinas. Aún quienes dicen que evitan la rutina a toda costa no lo hacen, realmente el hecho de evitar la rutina es en si mismo otra forma rutinaria de hacer cosas. Cuando una rutina te aburra, te estrese, te dé malos ratos, y esté en tus posibilidades cambiarla, hazlo. Sustituyela por una variedad realista y en los linderos de la RML. Que la MRTD no sea más fuerte que tú.
Ejemplo discutido en cierta ocasión en un bar anónimo, en una ciudad anónima, con una persona aún más anónima:
- Entonces te hartaste de llegar tarde por el tráfico todos los días...¿qué hiciste? ¿decidiste levantarte más temprano?
- ¡No! Ahora lo que hago es variar mi ruta y estacionarme a comprar un café en donde primero pueda.
- ¿Pero y la llegada tarde?
- Pues ya qué madres. De cualquier manera, siempre llego tarde, así que mejor disfruto el paseo y llego de mejor humor.
Mejor actitud, imposible.
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