Dedicado mis amigos de aquel lado del continente. Pronto.
Por siglos, los destinos de los países del sur del continente han compartido de todo: guerras, caudillos, crisis, proyectos, tratados, amores y desilusiones. Hoy en día, sin embargo, lo que está en boga es virar lejos del espectro político conservador por varias razones. Quiero pensar que la principal es el sentido común: ya fueron muchas décadas de experimentación de economías y políticas que si bien aportaron lo suyo, ya dieron todo de sí.
Cuando en 2006 apoyé la candidatura del candidato izquierdista en México, lo hice porque llegué a la conclusión de que para ver un cambio radical, se necesitaba un candidato radical. Digo "apoyé" porque defendí mi punto de vista innumerables veces ante mis amistades conservadoras o que simplemente tenían una genuina falta de interés en el tema. Los sudamericanos han entendido más pronto la lección, se dieron cuenta que votar por la misma mafia lleva a los mismos resultados. Okay, hay que poner nuevas mafias, o cabrones, pero al menos su tiempo para hacer daño al país será menor que a los que se les da continuidad periodo tras periodo.
Y así tenemos a un impresionante Fernando Lugo en Paraguay, un luchon Evo Morales en Bolivia, una intrépida Cristina Fernandez en Argentina, un vendido Alan García en Perú, un tenaz Rafael Correa en Ecuador, un olvidadizo Daniel Ortega en Nicaragua, una preparada Michelle Bachelet de Chile, un firme Lula da Silva en Brasil y al tremendo Hugo Chavez en Venezuela.
Los invito a conocerlos.
Fernandito.
La inolvidable me comentaba que Paraguay y Uruguay sonaban como países distante, exóticos y parecidos que en la plática común y corriente se usaban esos nombres para indicar que alguien se había perdido o viajado al fin del mundo. Fuera de la casi coincidencia ortográfica, estos dos países no podrían tener dirigentes más opuestos. Los Paraguayos eligieron a un gobernante con formación y creencias católicas enraizadas como el que más. Profesor de la fé y revolucionaro luchador de las causas nobles, saltó a la arena política casi sin querer, renunció al oficio de toda su vida y casi en el cenit de su misma, fue electo presidente por un país que quiere saltar a un nivel de vida decente y comparable al de alguno de sus vecinos. Si todavía estuviera de moda hablar de la teología de la revolución, Fernando Lugo sería el ejemplo perfecto para lo que fue, y quiere hacer. Con gran capital político, dejó tan enojados a los miembros de la administración anterior que hasta los muebles se llevaron del palacio presidencial que comenzó a ocupar hace poco. Ay, el despecho.
Evito.
Pocos dirigentes en el mundo son fieles a sus creencias. El 99% venden sus almas al diablo, al FMI, a la oposición, al ejercito, a las trasnacionales y demás con tal de llegar al "poder". Evo llegó al estilo César: vino, vió, venció. Si algo me encanta del tipo es que así esté en el Kremlin, la Casa Blanca, el Vaticano o donde sea, él va a vestir como su gente, con ese tradicional suéter o camisa recordando sus orígenes y enviando el mensaje: estoy arriba, en el "poder", pero aún soy uno de ustedes. Evo es el luchador social por excelencia que se hizo con las riendas del destino de un país que aún puede tener salvación.
Cristinita.
Tenía mis dudas sobre esta mujer. Tal vez era debido a que durante el tiempo en que ella postuló su candidatura, la insulza de Marta intentaba lo mismo en México. Eso genera traumas a cualquiera. Pero así como a mi, Crisha ha callado a muchos escépticos. Las dudas no venían por cuestión de género, sino por la condición de ventaja para su elección. Ser esposa del presidente en funciones y luego cambiar papeles (ella Presidenta y él ...¿"Primer Damo"?) no debe ser un estigma fácil de borrar. Pero la mujer se expresa muy bien, sabe lo que dice y se ha plantado firme frente a los más cabrones de los más cabrones. La mujer sabe que representa a un grupo "étnico" único, tal como solo los argentinos pueden serlo.
Alancito.
Este tipo se olvidó de prácticamente todo lo que prometió. Comenzó a atacar a sus pares mandatarios de alrededor y se le subieron los designios del poder de mala manera. Alancito fue un firme opositor por muchos, muchos años que incluso ya había sido presidente. Y cuando llegó al poder, se comprobó que alcanzó su nivel de incompetencia: ser buen candidato u opción no te hace la persona ideal para el puesto.
Rafelito.
Yo y los ecuatorianos tenemos nuestra historia. Buenos amigos y amigas, competencia continua, etc. Pero en general puedo decir que - en mi opinión - es el pueblo con más similitudes a México. No sé por qué, exactamente, pero así siempre lo he sentido. No parecemos brasileños, ni argentinos ni peruanos, parecemos más ecuatorianos que otra cosa. Lástima que Felipín no se parezca en nada a Rafaelito, quien tuvo una intervención memorable, de estadista de talla mundial, durante su participación en la mesa de discusiones con respecto al conflicto Colombia-Ecuador por el ataque a una base rebelde de las FARC en su territorio. No puedo imaginar a mi presidente hablando duro a un colega. Mucho menos me lo puedo imaginar defendiendo su territorio.
Danielito.
Este salió más canijo que bonito. Danielito Ortega fue durante mucho mucho tiempo figura espectacular de la oposición de un pequeño, pero conflictivo, país que ha sido la delicia para operaciones encubiertas de la CIA en América Central. Luego lo eligieron presidente y para sorpresa de medio mundo, comenzó a callar a sus opositores de la prensa y político tal cual represor derechista de los setentas.
Michelita.
Es mujer, está super preparada, su padre fue arrestado por no apoyar a una dictadura, no se ha metido en escandalos, es serena y siempre muestra ecuanimidad. Por eso la eligieron Presidenta. Bueno, eso y el hecho de ser chilena. Michelle ha hecho pactos con sus socios comerciales de América del Sur sin distanciarse mucho del primer mundo al que Chile pertenece literalmente. De todos los dirigente destrozados en este post, ella es la que mejor balanca ha hecho en su pertenencia a ambos mundos: sus amigos los pobres y sus amigos los ricos la aprecian por igual.
Lula.
Grillo como el que más. No por nada viene del mundo del sindicalismo. Hace unos días, dicen que Felipín lo llamó y le dijo "vamos a pedir un préstamo conjunto al FMI" y el brasileño le respondió "Compañero Calderón, pídeme cualquier otra cosa, pero Brasil no necesita del FMI". Vaya. Tener un Presidente así...Lula, por otro lado, tiene sus cosas negativas, algo de nepotismo por ahí, pero finalmente, el que esté libre de pecado, ya saben el resto. Se le aplaude más el hecho que sigue apoyando las causas del Mercosur, que se sienta a dialogar y negociar con sus vecinos antes que irse a arrodillar (y ve a saber qué más) a los grandes capitales del mundo. Lula es un visionario, y sabe que su país jugará un papel muy importante en el futuro, pero que para ello, debe primero ser una potencia real regional, o de lo contrario nunca podrá serlo en verdad mundial.
Huguito.
En cierto país que no vamos a mencionar había un líder cabrón cabrón llamado Mussarraf. Este era dictador, tirano, y lo más malo de lo más malo. Condenado por los medios, por la ONU, por sus vecinos, etc., este hombre sobrevive en su puesto hasta el día de hoy porque siempre dio todas las facilidades a los Estados Unidos para realizar operaciones de control en su zona de influencia. Autorizó bases, permitió el paso de convoys, disciplinó a los contrarios, amenazó a quienes se le indicaron, etc. Vaya, un peoncito de lo mejor. Jamás una palabra de críica de los EE.UU. Hace un par de días, Huguito hizo que la gente votará por el SÍ para reelecciones indefinidas. Las críticas no se hicieron esperar. Autoritario, lo es, pero para eso te dan el poder. El problema es que Venezuela no se ha prestado al juego de poder de los EE.UU y de ahí viene su pecado original: si no estás con nosotros, estás contra nosotros. Conspiraciones, marchas y críticas le han hecho poco a quien ha aprendido mucho de los hermanos Castro. Huguito seguirá porque se está haciendo de amigos poderosos, y sobre todo, porque tiene al dios petróleo de su lado.
Las fotografías descriptivas de arriba muestran una cosa: derechistas, izquierdistas, centralistas, valemadristas, todos tienen algo en común: ninguno es perfecto y las buenas ideas se desmoronan en el ánimo de sus seguidores tan pronto el líder muestra su pobreza de espiritu y compromiso con quienes lo apoyaron.
Finalmente tal vez uno de mis autores favoritos es el único que tiene razón: las cualidades para ser Presidente de un país son aquellas que hacen de una persona un ser integro, preparado e inteligente que no se va a prestar a campañas de promesas, intrigas palaciegas o estrategias de ataque vil. Y dado que lo anterior es moneda corriente en la politica del mundo, ninguno que gane la presidencia se lo tiene merecido. Un axioma, pues.
Veremos.
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